Tras una primera temporada convincente pero irregular, Love, Death & Robots vuelve a Netflix con una segunda temporada. La serie de animación dirigida por Tim Miller (Deadpool) y David Fincher nos trae en esta ocasión 8 nuevos episodios cortos, en comparación con los 18 de hace 2 años. Esta temporada, más reducida debido a la crisis sanitaria, no podrá ofrecernos una plétora de universos, pero sí tiene preparadas sorpresas muy gratas.
Al igual que en la primera temporada, cada episodio dura entre 10 y 15 minutos y relata la historia de un autor de ciencia ficción diferente. El placer de esta serie reside en descubrir un nuevo mundo en cada episodio, creado cada vez por un director artístico distinto. Aunque la serie tiene un tono más bien serio, es una sorpresa agradable empezar con un episodio alocado como el de Servicio al cliente automatizado, protagonizado por un robot doméstico asesino que recuerda a la película de animación Los Mitchell contra las máquinas, estrenada hace poco en Netflix. Este concepto se rescata en otro episodio de la segunda temporada, Cobijo, con una propuesta mucho menos convincente a pesar de la presencia de Michael B. Jordan.
Algunos episodios destacan entre los demás, como Respuesta Evolutiva, que construye en 15 minutos un gran universo distópico fascinante similar a Altered Carbon. El capítulo Nieve en el desierto tiene la misma duración, pero su ambición narrativa parece demasiado codiciosa para su formato. El episodio más corto de esta temporada, Por toda la casa, es también uno de los más divertidos de la serie, con una macabra reinterpretación de las películas navideñas, aunque echamos de menos que se desarrollase un poco más la idea principal. Por último, uno de los episodios más sorprendentes es sin duda El gigante ahogado. Con una reflexión filosófica sobre la muerte y la descomposición que la acompaña, este episodio agridulce cierra la temporada a la perfección. Aunque también es uno de los episodios que ha provocado más desacuerdo, ocupando o el primer o el último lugar en diferentes clasificaciones de internet.
La estética de la segunda temporada es más homogénea que la de la primera: el estudio Blur está detrás de tres de estos episodios y demuestra, una vez más, su dominio del CGI fotorrealista. Sin embargo, lamentamos la falta de diversidad estilística, como la que se ve en el episodio Hielo, que sobresale gracias a una propuesta visual singular. Este año, Love, Death & Robots prioriza el CGI, sin un La Testigo de ritmo frenético para desprendernos la retina o una animación casi tradicional como la de Buena caza.
Love, Death & Robots sigue siendo un placer para los ojos y la mente. Su formato antológico es, al mismo tiempo, su punto fuerte y su debilidad: debido a una cierta irregularidad entre episodios, que impide que la temporada esté a la altura de los momentos fuertes de la anterior (Zima Blue, por decir uno). Esta segunda temporada, aunque menos inesperada y con el contratiempo de su menor duración, sigue siendo una sólida aportación para la serie. Ahora esperamos la tercera temporada, ya encargada por Netflix.
Y a ti, ¿qué te ha parecido esta segunda temporada de Love, Death & Robots? No dudes en dejar tu clasificación de los episodios en los comentarios.