Al quedar ciega, Noelia debe enfrentar el miedo a ser mamá sin ver, a olvidarse de los rostros de sus seres queridos y a comprender el mundo sin verlo. Su pulsión vital la impulsa a rehabilitarse y allí conoce el amor. Fortalecida, decide reparar las heridas del pasado con su hija, sabiendo que solo así podrá volver a la luz.