Sandoval está rabioso por la fuga de Altagracia. Sabe que Zulema conoce su paradero y trata de sonsacarle la información, pero Zulema no está dispuesta a contar nada. Sandoval impone unas normas extremadamente rígidas e injustas entre las presas hasta que Zulema se decida a hablar. La vida en prisión se convierte en un infierno a partir de entonces, generando una tensión creciente entre Zulema y el resto de presas.