Un pesquero captura en sus redes un torso humano congelado. Para Andri, resulta evidente que solo puede provenir del ferry danés anclado frente al puerto. Pero el capitán del barco pone todas las trabas posibles. Andri averigua que en el ferry viajan también un traficante de personas lituano y un vecino del pueblo –Hjörtur–, de quien se sospecha fue responsable de la muerte de su novia en un incendio en la fábrica de pescado años atrás.
La llegada de una fuerte tormenta obliga a cerrar carreteras, puerto y aeropuerto. La esposa de Andri logra llegar al pueblo, pero los detectives que iban a hacerse cargo de la investigación quedan en Reikiavik. Nadie puede entrar ni salir: Seyðisfjörður está aislado. Y, en él, sus habitantes con un asesino.