En una noche de tormenta, nace la bella Marina aparentemente sin vida. La bebé es recibida por Damiana, la partera del pueblo, quien unas horas antes atendió el alumbramiento de un niño sano, pero que desafortunadamente su madre no sobrevivió. Don Luis, el padre de Marina, desde que se casó con Prudencia, vive empeñado en tener un hijo varón, por lo que le advierte a cada momento a su esposa que, de no ser así, la dejará por otra que sí le pueda dar un heredero que trascienda su ilustre apellido Ocaranza. Desafortunadamente, Prudencia queda imposibilitada para volver a embarazarse, situación que apremia a su nana Angustias a convencer a Damiana de beneficiar a la familia y al bebé que quedó huérfano y lo hagan pasar por legítimo hijo Ocaranza Arzuaga. Es así como Alberto, el gran orgullo de Don Luis, crece en cuna de oro y viaja al extranjero para estudiar la carrera de medicina.