Tom Ripley, a grifter scraping by in early 1960s New York, is hired by a wealthy man to travel to Italy to try to convince his vagabond son to return home. Tom's acceptance of the job is the first step into a complex life of deceit, fraud and murder.
Netflix estrenó el pasado 4 de marzo la que, para muchos, ya es la principal candidata a mejor miniserie del año en la plataforma. Nos referimos a Ripley, una serie que revisita la estremecedora historia de El talento de Mr. Ripley, de la escritora Patricia Highsmith. Una producción que ya amenaza con destituir a Matt Damon, protagonista de la película homónima de 1999 (también disponible en Netflix), como rostro canónico de Tom Ripley en favor de un Andrew Scott (Desconocidos) estelar.
En Ripley, conocemos a Tom, un buscavidas de Nueva York que sobrevive a base de pequeñas estafas, que comete sin dejar rastro. Un detective privado, contratado por un millonario, le ofrecerá un trato inesperado: le propone un viaje con todos los gastos pagados a Italia, con la condición de que consiga que su hijo Dickie, aspirante a artista, deje a Grace, su pareja, y regrese a Estados Unidos. Una oportunidad de oro que Thomas no puede rechazar. Cuando llega a Italia y consigue topar con Dickie “por casualidad”, este le abre la puerta a su mundo: el del lujo, la riqueza y el arte. Un universo por el que Tom se dejará abrazar y seducir, hasta el punto de estar dispuesto a matar para no tener que abandonarlo.
Creada por Steven Zaillian, esta relectura del thriller de culto nos propone ocho episodios que se caracterizan por un estilo propio alejado del que estamos acostumbrados a ver en Netflix. Ripley es, visualmente, preciosa, con una puesta en escena y un attrezzo en el que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle. ¡Y qué decir de los planos cautivadores en blanco y negro que resultarán familiares a los fans de Hitchcock! Escenas que transportan al espectador a la idílica costa italiana en los años sesenta, a un mundo repleto de arte, lujos y old money que parece ya extinto.