PANDA (Julien Doré), pacifista tranquilo y amante del estilo relajado, regenta un pequeño chiringuito en un lugar apartado de la Camarga. Vive sin teléfono, ordenador ni coche, compartiendo su existencia con su hijo adolescente de 16 años en este remanso de paz y serenidad, evitando cualquier cosa que se parezca remotamente a un conflicto. ¿Quién podría imaginar que este hombre alto y sabio, vestido con sandalias y una camiseta desgastada, fue una vez policía? Y no un policía cualquiera. Uno de los mejores. Por desgracia, ni siquiera en el paraíso es posible vivir en paz. Cuando su antigua vida llama a su puerta, Panda se ve obligado a volver al juego... Pero a su manera. Sin armas ni violencia, y no demasiado temprano por la mañana. Un estado de ánimo zen, en definitiva.