El hecho que conmocionó al mundo en 1986, cuando un niño alpujarreño fue reconocido como la reencarnación de uno de los más grandes maestros budistas del Tíbet, y fue trasladado a la India para la entronización y formación del mismo. Lo que nadie esperaba es que al cumplir los 18 años, el joven reencarnado cambiaría su silencioso monasterio por las discotecas de Ibiza, adentrándose en un mundo abierto a la experimentación occidental en sus sentidos más amplios.