El príncipe Kinnikuman siempre ha sido ridiculizado por los humanos como un ser inútil. Sin embargo, se le permitió participar en la Copa del Mundo, un torneo para determinar el mejor luchador, y por algún milagro ganó el campeonato. Al año siguiente volvió a ganarlo. Desde entonces ha sido una figura central entre los luchadores, como protector de la paz en el universo con el poder de la amistad.