En la ciudad conocida como la «Ciudad Laberinto» hay aventureros que quieren hacerse ricos, mercaderes con buen ojo, bardos que cantan y bailan, nobles, sacerdotes y hombres bestia. Nick, un guerrero expulsado del grupo de aventureros «Maestros de la Guerra» y engañado por su novia, también reside en esta ciudad.
Asqueado de todo, se detiene en una taberna. La mala comida, los alegres aventureros que le rodean y los extraños con los que compartía mesa —todo asqueroso, regado con una bebida tibia— le hace exclamar: «¡¡¡No se puede confiar en nadie!!!». Sin querer, la irritación y la frustración salen de sus labios... pero aunque se suponía que eran sólo sus propios pensamientos, la exclamación es de cuatro personas al unísono, cada uno con sus propias cicatrices. ¡Éste es el comienzo de la aventura!