Cuando Marichuy nació, su madre, creyéndose al borde de la muerte, la entregó a un sacerdote que la llevó a un orfelinato. A los 14 años, Marichuy huye del hospicio y empieza a rodar por todas partes, ganándose la vida como puede. Pasan los años y un día es atacada por un borracho, lo que la hace sentir rencor por los hombres y sufrir pesadillas que la desesperan. Candelaria, una lavandera, le da albergue y se convierte en una madre para ella. Marichuy trabaja en lo que puede para ayudar a Candelaria. Un día se ve metida en un lío por el que va a parar a una delegación, donde es juzgada por su propio padre (ambos sin saber de su relación), y defendida por Juan Miguel San Román, un psicoanalista.
Para que la chica no vaya a la cárcel, Juan Miguel se responsabiliza por ella y la lleva a vivir a su casa. Juan Miguel queda viudo y su suegra le hace la vida imposible a Marichuy. Para evitar problemas, Juan Miguel la lleva a vivir a la casa del juez Patricio Velarde y su esposa Cecilia (los verdaderos padres de Marichuy), que a su vez han recibido a Estefanía, una joven astuta que llegó haciéndose pasar por la hija que abandonaron.
Juan Miguel y Marichuy se enamoran y se casan. Sin embargo, al día siguiente de la noche de bodas, ella descubre un gran secreto del pasado de Juan Miguel, por lo que lo desprecia, se aleja de él y rehúsa volver a verlo. Cuando se da cuenta de que está embarazada, Marichuy se niega a decírselo y huye a la provincia con Candelaria, yendo a parar a la hacienda del Leopardo, quien le da asilo y se enamora de ella. Marichuy da a luz y el Leopardo está dispuesto a casarse con ella y reconocer a su hijo, pero ella le dice que ella está casada y el afecto que siente por él es sólo amistad. Leopardo no se rinde y empieza a ganarse el amor de Marichuy. Más adelante, se entera de que el marido de Marichuy es Juan Miguel, a quien conoce desde hace mucho, ya que fueron compañeros de estudio. Los dos hombres luchan por el amor