Cuando un cómico en apuros tiene un gesto amable con una mujer vulnerable, desencadena una obsesión enfermiza que amenaza con destrozar la vida de ambos.
Quien se ponga Mi reno de peluche esperando descubrir una serie enternecedora sobre los animales que tiran del trineo de Papá Noel no podría estar más equivocado. La nueva serie de Netflix es la historia de una joven triste y solitaria que entra en un café buscando consuelo. También es la historia de un simpático camarero que le ofrece una taza de té para animarla. Ella es Martha, una supuesta abogada que afirma codearse con políticos del más alto nivel. El camarero es Donny, un cómico fracasado y cuya desilusión ya le pesa demasiado como para seguir intentándolo. Dos personas desubicadas que se conocen y, poco a poco, entran en la vida el uno del otro. Hasta que Martha se enamora. Hasta las trancas, con locura. Una locura que se convierte en un acoso despiadado que tendrá repercusiones catastróficas en la vida de Donny.
Mi reno de peluche está basado en la vida de su creador, y es lo suficientemente escalofriante como para que la condición de autenticidad, por sí sola, le confiera una dimensión de terror a la trama. Pero en lo que realmente destaca Richard Gadd, que interpreta a Donny y también es el creador y guionista de la serie, es que ha conseguido dotar de matices a situaciones que, de por sí, solo habrían respondido a una perspectiva. Es cierto que Martha (Jessica Gunning) es un personaje inestable que no se corta a la hora de expresar sus sentimientos por Donny. Pero a pesar de no corresponderla, el joven se sorprende a menudo dejándola salirse con la suya, seducido por la idea de ser, en una vida plagada de rechazo, el centro de atención de alguien. Y son precisamente estas contradicciones las que confieren humanidad a los personajes. Ninguno de ellos está retratado de forma monolítica, e incluso el padre de Donny, que puede parecer desagradable a primera vista, esconde una profundidad conmovedora.
El otro gran punto fuerte de los siete episodios de Mi reno de peluche son los saltos en el tiempo, que nos permiten ahondar en el pasado de Donny para comprender mejor su presente: desde sus comienzos como cómico en un bar sin escenario ni bastidores, hasta su encuentro con Darrien (Tom Goodman-Hill), un guionista de éxito (pero tóxico a más no poder) al que admira, pasando por su relación con Keeley (Shalom Brune-Franklin), un soplo de aire fresco en esta composición tan oscura. De hecho, a excepción de Martha, las mujeres que rodean a Donny son los únicos elementos positivos de su vida: su amable y comprensiva madre y Teri (Nava Mau), una psicóloga transexual ingeniosa y alegre que arroja luz sobre el comportamiento incoherente del protagonista. Un guion inteligente y sensible, impactante y perturbador, que no deja indiferente a nadie.