Director y actor de cine estadounidense. Fascinado por el sonido y sentido de las tablas, ingresa en la compañía ‘Los Angeles Stock', regentada por David Belasco, cuando todavía no contaba los veintiún años. Lloyd Hamilton (determinante personaje en la vida de Bacon) le da la oportunidad de interpretar papeles de protagonista en sus célebres comedias, lo cual no pasa desapercibido para Charles Chaplin, quien, en 1915, le contrata para ser su contrapunto perfecto en pequeñas obras maestras como La fuga de Charlot, Charlot encargado de bazar, Charlot héroe del patín o La calle de la paz. En 1917, es movilizado con ocasión de la Primera Guerra Mundial y sirve en el Departamento Fotográfico de la Marina. Finalizado el conflicto, vuelve a Hollywood, donde se reencuentra con Chaplin, para interpretar, contratado por la Mutual y después por la Triangle, multitud de cortometrajes, hasta que en 1921 Mack Sennett y su antiguo jefe, Lloyd Hamilton, le llaman para que dirija numerosos cortometrajes. En 1926, se pone por fin detrás de la cámara para dirigir Las huérfanas de Hollywood, pero el reconocimiento de público y crítica le llega con El loco cantor (1928), la primera película con diálogos completos (a diferencia de la anterior, El Cantor de Jazz, que contenía sólo algunas secuencias dialogadas) interpretados por la estrella del momento, Al Jolson. Tildado de director plano y sin demasiados alardes estilísticos, Bacon es hoy reconocido por la serie de musicales que dirigió para la Warner Bros. en los años treinta, y un par de estupendos filmes, en los cuarenta. Para su desgracia, películas tan famosas y maravillosas como La calle 42 (1933), Desfile de candilejas (1933) o Gold Diggers of 1937 (1936) son hoy mucho más conocidas por la calidad de sus increíbles coreografías, a cargo de Busby Berkeley, y Acción en el Atlántico norte (1943) o Knute Rockne, All American (1940), otro tanto de lo mismo por sus actores, Humphrey Bogart, Pat O’Brien y Ronald Reagan. Lo cierto es que en estos años, Bacon estaba considerado un excelente artesano y, después del tremendo éxito que supuso el estreno de La Calle 42, una de las películas con mayor recaudación en los años treinta, fue considerado como el especialista número uno de la Warner en el terreno del musical. El musical Wonder Bar (1934) -aunque tenía también algo de comedia sofisticada y de oportunidad única, pues se podía rescatar del olvido a Al Jolson, ya muy olvidado por estos años- fue otro de los productos Warner que más recaudación obtuvo en esta década y, desde luego, el más suntuoso divertimento coreográfico a cargo del mago Busby Berkeley, que utilizó magistralmente espejos para poder ver así multiplicadas las imágenes de las bailarinas. En 1944, cuando su prestigio en la Warner ya empieza a declinar, Bacon es contratado por recomendación de su antiguo jefe en la Warner, el productor Darryl F. Zanuck por la 20th Century Fox , para la que dirigió toda clase de géneros.