Dios lo hizo sencillo. La ciencia lo convirtió en un dios. Ahora, quiere venganza.
El mismo cortador de césped, que tiempo atrás se convirtió en un superhombre gracias a la realidad virtual, tiene ahora la llave del futuro en el chip que necesita para completar su imperio ciberespacial. Y no está dispuesto a detenerse ante nada ni ante nadie.