Son el uno para el otro, como la pasta y el pesto.
Mientras su mejor amigo, Luca, está en el colegio, Alberto disfruta de su nueva vida en Portorosso, donde trabaja con Massimo, el imponente pescador manco y tatuado, parco en palabras, que es, a ojos de Alberto, el humano más guay de todo el planeta. Lo que más desea Alberto es impresionar a su mentor, pero eso es más fácil decirlo que hacerlo.