Al enterarse de que está gravemente enfermo, Barsam decide volver a su tierra natal. Antes de irse a Armenia, le deja a su hija Anna numerosas pistas para que pueda encontrarlo. Anna emprende entonces la clase de viaje que su padre quería que hiciera: un viaje iniciático, una forma de educación sentimental, un regreso a la adolescencia. Anna encontrará a su padre en un pueblo perdido del Cáucaso, sentado bajo un árbol frutal en flor.