Un submarino oxidado. Un comandante rebelde. Una tripulación renegada. Cuando el destino llamó, deberían haber colgado.
El alto almirantazgo de la flota de los Estados Unidos se reúne para decidir si al capitán Dodge le dan su propio submarino. Como no se ponen de acuerdo, deciden darle uno que procede de la Segunda Guerra Mundial, con la peor y más disparatada tripulación, y ponerle a prueba ante una práctica de guerra.