Divorce can be murder.
Divorciada y con ganas de venganza, Susan (Nastassja Kinski) planea matar a su ex-marido Paul (Adrian Paul) con el fin de cobrar una sustanciosa póliza de seguros. Para ello, pide ayuda a su amante Sam (Billi Zane), el cual a su vez recluta a dos inútiles que le deben un favor: Steve (Rob Schneider) y Bill (Michael Biehn). Su inexperiencia como asesinos es tal que sólo consiguen enviar a Paul al hospital. Para rematar el trabajo contratan a un matón (Dan Aykroyd) que también fracasa. Finalmente, buscan los servicios de una atractiva y alocada peluquera (Lara Flynn Boyle).