Viola acepta su decepción con Don Andrea. Para distraerse de lo sucedido, Viola se lanza de cabeza a su trabajo y se centra en un nuevo caso que investigar. En concreto, se trata del hombre que busca a su hija desaparecida, Dalila. Un caso que a nivel personal implica mucho a Viola. Este último caso parece tener alguna relación con la muerte de Farah, que sigue haciendo sufrir a Francesco y le hace sentir un fuerte sentimiento de culpa. Don Andrea se lo piensa mejor y decide llamar a Viola para que le cuente toda la verdad sobre su padre. El sacerdote le revela que su padre huyó después de matar a un hombre y que más tarde murió. Más tarde, le cuenta que cuando le pidió a Viola que se marchara era porque estaba amargado por la muerte del padre de Viola, Pietro, y le enseña una fotografía suya. Tras el encuentro, Viola se encierra en sí misma llorando por la revelación de Don Andrea.