Tras el asesinato de Kiki, Hector es trasladado a México, donde acaba al mando de agentes de la DEA y militares mexicanos en el tiroteo más largo de la historia de la DEA. Aunque ponen una recompensa de un millón de dólares por su cabeza, esto también impresiona a los jefes de la DEA, quienes deciden encargar a Hector, uno de sus agentes más agresivos, la investigación del asesinato de Kiki.