Lucrecia le pide a Julia Farnesio que le ayude en su preparación para su boda. El Papa Alejandro VI no quiere complicaciones, así que prefiere no invitar a Vanozza, la madre de Lucrecia, a la boda de su hija. Lo que comienza siendo un día feliz termina convirtiéndose en una pesadilla para la pequeña de Los Borgia.