Hubo una vez un lejano país en el que reinaba un soberano que tenía tres hijos a cuál más bella. Vivían en un espléndido castillo rodeado de jardines repletos de flores, frondosos árboles, fuentes cantarinas y un pozo con agua cristalina. Eran tiempos de paz, todos eran felices y vivian sin más preocupación que buscar entretenimientos para pasar el tiempo.