Seiya y Shiryū continúan hacia la casa de Cáncer. En la entrada Shiryū decide pelear él para dejar que Seiya siga avanzando. Dentro de la casa, en el piso y las paredes hay rostros de gente muerta. Entonces aparece el Santo de oro de Cáncer, Deathmask, quien les explica que los rostros en la casa de Cáncer pertenecen a las personas que él ha asesinado. Tal como lo habían decidido, Shiryū se queda a pelear mientras que Seiya se dirige a la Casa de Leo. Shiryū empieza atacando con su Dragón Naciente, pero Deathmask envía su espíritu cerca del monte Yomotsu , la entrada al mundo de los muertos. Con la ayuda de Atenea, el espíritu de Shiryū vuelve al templo de Cáncer y repite su ataque contra el Santo de Cáncer, pero éste lo detiene con una sola mano y lo vuelve a enviar a las cercanías de la entrada al mundo de los muertos.