En los años 1950, la prisión de Pont-l'Évêque fue apodada la " Feliz prisión ". En ese momento, se había convertido en una especie de prisión folclórica bajo la dirección de un guardián jefe que prefería ser amado por sus detenidos en lugar de ser temido. En memoria de esta historia, el teniente de gendarmería Julien Roussel, presidente de la asociación " Joyeuse Prison ", organizó una fiesta en la antigua prisión de Pont-l'Évêque para entablar un diálogo entre el público, antiguos detenidos y el personal penitenciario. Todos los invitados se disfrazan como en los años 50, cuando la prisión era un lugar agradable y festivo. Pero mientras la fiesta está en pleno apogeo, un hombre vestido con un viejo uniforme de prisionero es encontrado colgado en la cripta de la prisión.