Lupin se cuela en un antiguo castillo para robar una colección de invaluables pinturas de ángeles; lo que encuentra en cambio es una adolescente llamada Flora. A pesar de sus numerosas objeciones, Lupin parece no poder deshacerse de ella y ella lo acompaña de regreso a su escondite. Resulta que Flora es la hija del difunto Malcolm Hurst, propietario de la colección de ángeles. Si Lupin acepta dejarla ser una ladrona durante los próximos tres días, revelará la ubicación de las pinturas. Lupin no tiene más remedio que aguantar a esta chica enérgica mientras evita los ataques de la codiciosa ex esposa de Hurst, que quiere las pinturas para ella.