Tras la rendición de los británicos, John asegura un préstamo tan buscada de los holandeses y regresa a París para supervisar el tratado de paz. John ya no puede soportar su ausencia de Abigail y la invita a París, que inmediatamente le abruma con su opulencia. John es nombrado embajador en Inglaterra, pero pronto añora regresar a casa para participar en la formación del nuevo gobierno y, como Abigail, para reunirse con los niños. Regresan a casa a una abrumadora bienvenida y John mala gana vuelve a la función pública.