Basado en un cuento ruso, un soldado regresa después de 20 años de guerra con nada más que tres galletas en su bolsa. En el camino se encuentra con un mendigo que pide comida. Siendo el soldado muy generoso le ofrece una de sus galletas, el mendigo acepta y en agradecimiento le da una extrahordinaria habilidad para silbar.
Siguiendo su camino, el soldado encuentra un segundo mendigo, quien no le pide comida sino algo de compañía ya que se sentía solo. El soldado acepta y juntos se divierten haciendo música, el mendigo con un tambor y el soldado con sus extraordinarios silbidos. Después del buen rato, el soldado le regala al mendigo su segunda galleta.
Continuando su camino, encuentra un último mendigo que le propone jugar una mano de pócker con sus naipes. El soldado acepta y por un rato se divierte hasta que, luego de algunas manos, se da cuenta de que el mendigo no pierde ninguna. Finalmente, el soldado se rinde ya que le es imposible ganar una mano y comienzan a hablar y hacer bromas. El mendigo le dice que tiene hambre y el soldado ofrece compartir la mitad de la última galleta que le queda, pero antes de darle sólo una mitad siente un remordimiento y termina por darle las dos mitades.
El mendigo se da cuenta de que el soldado tiene un buen corazón y le regala su baraja de naipes con la cual, según él, nunca perdería una sola mano. Le regala también un viejo saco y le explica que cualquier cosa que desee tener sólo basta con decier el nombre de la cosa en voz alta y luego la orden "¡Entra en el saco!". El soldado no cree mucho en lo que dice el mendigo pero acepta ambos regalos y continúa su viaje a casa.
Pronto se encuentra en una laguna con hermosos ganzos y cisnes donde decide descansar. Curioso por aquel extraño regalo, ordena: "¡Ganzo, entra en el saco!" y rápidamente el animal entra en el saco donde pudo meter cinco ganzos más. Continúa con su viaje y llega a un pueblo gobernado por un rey, buscando un lugar donde comer y dormir entra en una taberna donde ordena que le asen un ganzo. El dueño que encuentra esta orden muy graciosa, vota al soldado del lugar y el soldado que no esperaba una respuesta como esa, saca un gran ganzo de su saco. Pronto, tendría que burlar demonios, salvar un reino y tratar de burlar a la misma muerte.