La sirvienta Talya le dice a Alicent que el rey Viserys ha muerto. Conmocionada, no quiere que la noticia salga a la luz por el momento. Alicent le dice a Otto que el Rey quería que Aegon lo sucediera. Estas últimas palabras son auténticas. Se organiza una reunión de crisis, pero nadie parece sorprendido de ver a Aegon como heredero. Lord Lyman de los Enjambres piensa en el complot. Ser Criston reacciona violentamente y mata al Lord. Inmediatamente se busca a la esposa de Aegon mientras se deshace de Daemon y Rhaenyra. Esta última querrá oponerse a Aegon.
Alicent anuncia a los niños que el Rey ha muerto. Ser Erryk no ha velado por Aegon y le dice a Otto que debe encontrarlo. Alicent también pide a Ser Criston que encuentre a Aegon. Aemond desea acompañarlo.
Otto pide a los representantes de varias casas que juren lealtad al nuevo rey y no a Rhaenyra.
Aemond se siente frustrado por no ser el elegido. Se pregunta si no es el más adecuado ya que Aegon no aparece por ningún lado.
Alicent acude a la princesa Rhaenys Targaryen para pedirle su apoyo incondicional.
En la búsqueda de Aegon se enfrentan dos bandos, los que quieren eliminar a Aegon y los que quieren traerlo de vuelta al Reino.
Otto y Alicent intentan manejar la situación informando a Rhaenyra en términos muy concretos. Lord Larys le confía a Alicent que Otto tiene muchos espías en el Reino, entre ellos Talya, la sirvienta de la Reina...
La segunda temporada de La Casa del Dragón, que se estrenó en Max el pasado domingo 16, retoma la trama justo donde se quedó. Si no os acordáis de cómo terminó la primera entrega (al fin y al cabo, han pasado dos años) os ponemos al día. Devastada por la muerte de su hijo Lucas (asesinado a manos de Aemond Targarye), lo que más desea Rhaenyra es cobrarse su venganza. Unas ansias de sangre que su tío y marido, Daemon, se tomará al pie de la letra, aplicando una ley del talión muy personal. Esta escalada desata la ira tanto de los Targaryen/Hightower como de su sobrina, que sospecha que su media naranja está utilizando su duelo a su favor, para promover sus propios fines. Además,también hay tensiones familiares entre Otto Hightower y su nieto, Aegon II, a quien considera instintivo e imprudente en sus estrategias de batalla. Entre tensos consejos de guerra y una actitud de espera muy criticada, el comienzo de la segunda temporada de la precuela de Juego de Tronos hace avanzar, lenta pero inexorablemente, los peones narrativos que se colocaron con mucha más agilidad en la primera temporada.
Tras casi dos años de ausencia, ¡la Casa del Dragón está de vuelta! La serie producida por HBO y que en España podemos ver en Max vuelve con episodios en los que el odio entre los dos bandos de la Casa Targaryen regresa con más intensidad que nunca. Emma d'Arcy sigue brillando tanto como siempre en el papel de Rhaenyra, la reina no oficial de un reino desgarrado, que intenta aportarle un toque de humanidad a un mundo en el que impera la crueldad, digna hija de su padre. Por otro lado, Olivia Cooke le insufla unos matices muy interesantes a Alicent, dividida entre sus convicciones personales, opuestas a las estrategias vengativas de su hijo, Aegon II (Ty Tennant) y su amante, Sir Criston Cole (Fabien Frankel), y la lealtad a su gente.
De hecho, uno de los cuatro primeros episodios de esta nueva temporada de La Casa del Dragón presenta un enfrentamiento inesperado (pero absolutamente genial) entre las dos protagonistas que, a pesar de ser antagonistas, comparten las mismas dudas mientras sus dos familias se dirigen inexorablemente hacia una Danza de los Dragones que promete ser sangrienta. Entre estas dos figuras, gravitan los personajes que ya conocimos en la anterior temporada: Otto (Rhys Evans), el hombre que susurraba al oído del rey, que sufrirá un importante revés en estos nuevos episodios, y, por supuesto, Daemon Targaryen (Matt Smith), tan imprevisible como leal a Rhaenyra, a la que ama y envidia a la vez. Una segunda temporada en la que se dialoga mucho pero no se hace tanto, lo que probablemente desconcertará a los seguidores de los capítulos anteriores. Y, sin embargo, si la Casa del Dragón es realmente hija de Juego de Tronos, nos queda preguntarnos si este recurso argumental no es más que una técnica que nos permitirá dar un paso atrás para dar un salto adelante cuando la tensión entre las casas alcance su clímax y estalle, inevitablemente.