Harrenhal, 101 AD.
El Rey Jaehaerys Targaryen reúne a todos los Señores de los Siete Reinos y a sus familiares para elegir a su heredero. En efecto, sus dos hijos murieron en la batalla. Duda entre la Princesa Rhaenys Targaryen (hija única del hijo mayor de Jaehaerys) y el Príncipe Viserys Targaryen (hijo mayor del segundo hijo de Jaehaerys). El Alto Consejo elige al Príncipe Viserys Targaryen.
Han pasado nueve años. Viserys y Amma esperan un segundo hijo. Después de muchos abortos, el Rey espera un niño. Ya son padres de la princesa Rhaenyra Targaryen. Ella tiene un dragón, Syrax. La acompañan Lady Alicent Hightower, y Harrold Westerling.
Durante un consejo, el maestre de navíos Lord Corlys Velaryon advierte al rey de la amenaza que podría representar la Triarquía, una alianza de tres ciudades de Essos.
El Rey organiza un torneo para celebrar el embarazo de su Reina. Sir Criston Cole, un caballero sin pretensiones, consigue derrotar al Príncipe Daemon. Al mismo tiempo, la reina Aemma muere en el parto tras dar a luz a su hijo llamado Baelon. Pero éste también muere poco después de su nacimiento.
Otto Hightower, la mano derecha del Rey, le dice al Rey que Daemon ha brindado por el Príncipe Baelon muerto. Impactado por este comportamiento, el Rey destierra a su hermano y nombra a su hija Rhaenyra como princesa heredera. Mientras Rhaenyra es celebrada como la nueva princesa, Daemon abandona el reino a lomos de su dragón, Caraxes.
La segunda temporada de La Casa del Dragón, que se estrenó en Max el pasado domingo 16, retoma la trama justo donde se quedó. Si no os acordáis de cómo terminó la primera entrega (al fin y al cabo, han pasado dos años) os ponemos al día. Devastada por la muerte de su hijo Lucas (asesinado a manos de Aemond Targarye), lo que más desea Rhaenyra es cobrarse su venganza. Unas ansias de sangre que su tío y marido, Daemon, se tomará al pie de la letra, aplicando una ley del talión muy personal. Esta escalada desata la ira tanto de los Targaryen/Hightower como de su sobrina, que sospecha que su media naranja está utilizando su duelo a su favor, para promover sus propios fines. Además,también hay tensiones familiares entre Otto Hightower y su nieto, Aegon II, a quien considera instintivo e imprudente en sus estrategias de batalla. Entre tensos consejos de guerra y una actitud de espera muy criticada, el comienzo de la segunda temporada de la precuela de Juego de Tronos hace avanzar, lenta pero inexorablemente, los peones narrativos que se colocaron con mucha más agilidad en la primera temporada.
Tras casi dos años de ausencia, ¡la Casa del Dragón está de vuelta! La serie producida por HBO y que en España podemos ver en Max vuelve con episodios en los que el odio entre los dos bandos de la Casa Targaryen regresa con más intensidad que nunca. Emma d'Arcy sigue brillando tanto como siempre en el papel de Rhaenyra, la reina no oficial de un reino desgarrado, que intenta aportarle un toque de humanidad a un mundo en el que impera la crueldad, digna hija de su padre. Por otro lado, Olivia Cooke le insufla unos matices muy interesantes a Alicent, dividida entre sus convicciones personales, opuestas a las estrategias vengativas de su hijo, Aegon II (Ty Tennant) y su amante, Sir Criston Cole (Fabien Frankel), y la lealtad a su gente.
De hecho, uno de los cuatro primeros episodios de esta nueva temporada de La Casa del Dragón presenta un enfrentamiento inesperado (pero absolutamente genial) entre las dos protagonistas que, a pesar de ser antagonistas, comparten las mismas dudas mientras sus dos familias se dirigen inexorablemente hacia una Danza de los Dragones que promete ser sangrienta. Entre estas dos figuras, gravitan los personajes que ya conocimos en la anterior temporada: Otto (Rhys Evans), el hombre que susurraba al oído del rey, que sufrirá un importante revés en estos nuevos episodios, y, por supuesto, Daemon Targaryen (Matt Smith), tan imprevisible como leal a Rhaenyra, a la que ama y envidia a la vez. Una segunda temporada en la que se dialoga mucho pero no se hace tanto, lo que probablemente desconcertará a los seguidores de los capítulos anteriores. Y, sin embargo, si la Casa del Dragón es realmente hija de Juego de Tronos, nos queda preguntarnos si este recurso argumental no es más que una técnica que nos permitirá dar un paso atrás para dar un salto adelante cuando la tensión entre las casas alcance su clímax y estalle, inevitablemente.
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