Hércules no se alegra de que Creonte haya arrebatado a Edipo el trono de Tebas. Pero Hércules tenía mucho trabajo con la hija de Edipo, la princesa Antígona, una borracha impetuosa. Mientras Hércules intentaba devolverle la confianza, Creonte y su ministro de defensa conspiraban para destruirlos a ambos. Cuando Creonte capturó a Antígona, Hércules corrió a través de un campo de minas para salvarla de ser ejecutada. Ayudado por un grupo de rebeldes, Hércules ahuyentó a Creonte, que huyó, sólo para ser volado por su propia bomba. Reunida con Edipo, Antígona ocupó el puesto que le correspondía como reina de Tebas.