Michaela descubre que Horace estuvo a punto de suicidarse, tomándose dos botellas de láudano, tras recibir el documento oficial de divorcio de Myra. En un intento de Michaela por hacer que Horace se recupere, envía por Myra y Samantha, pensando que será la cura para su melancolía. Sin embargo, se da cuenta de que su "cura" está haciendo peor a Horace, quien nuevamente trata de matarse. Todos en el pueblo tratan de ayudar en lo posible para que Horace sea internado en una clínica mental. Sin embargo, Horace decide hacer que Myra sea feliz y les dice a ella y a su hija que deben irse a San Luis. Así, Horace pronto se recupera de su depresión descubriendo que él necesita otra persona importante para que él salga de su depresión: su hija Samantha.