La tecnología ha pasado de ser una herramienta a la que recurrimos cuando lo necesitamos a ser una presencia constante que puede llegar a estar incluso dentro de nosotros. Conocemos a un cineasta que perdió su ojo izquierdo en un accidente con una escopeta y lo reemplazó por una cámara, a una madre sueca que se implanta un chip RFID dentro de su mano, y al supuesto hombre más conectado del mundo, que usa entre 300 y 700 sistemas de conexión y rastreo para monitorizar cada aspecto de su vida.