El 25 de enero del 2010, el vuelo 409 de Ethiopian Airlines despegó de Beirut, Líbano; y se dirigía a Addis Abeba, Etiopía. La nave llevaba 90 personas a bordo. Tras despegar, se le pidió al aparato que tomara un nuevo rumbo. Pero minutos más tarde, éste se precipitó al Mar Mediterráneo sin previo aviso. Al principio se sospechaba de terrorismo, pues testigos en tierra vieron una explosión en el cielo. No obstante, tras dos años de investigación, se llego a una conclusión muy diferente y polémica.