Sandra extraña un pendiente muy querido, el que le regaló su hermana y que dijo le devolvería sin falta. Se teme lo peor: que lo ha perdido en Villa Dorita pero no duda en volver a buscarlo.
Las transformaciones inesperadas corren de la mano de Lucas, que no consigue pasar desapercibido ni para su nueva familia ni para sus compañeros de clase, que piensan que está alejado de sus padres por un motivo bien distinto al real. Si no les bastaba con los conflictos que de por sí acarrean sus nuevos hijos, a Mario y a Jimena les llega la hora de la crisis de pareja. O por lo menos eso es lo que piensa su vecina Rosa Ruano.