Este 25 de noviembre, damos apoyo al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres con una selección de historias, algunas distópicas, otras reales, que nos tocan de más cerca o de más lejos, pero que siempre se cuentan desde el punto de vista de las mujeres, y de las violencias a las que se tienen que enfrentar por el mero hecho de serlo.
Inspirada en una historia real, Creedme nos presenta a Marie (Kaitlyn Dever) una adolescente víctima de violencia sexual a la que nadie cree cuando declara que un hombre entró en su casa para agredirla. Solo dos mujeres detectives, interpretadas por Toni Collette y Merrit Wever, se toman en serio el caso, a raíz de sus similitudes con una serie de pistas que ya están siguiendo. Susannah Grant escribe, dirige y produce esta miniserie en la que estas dos mujeres se presentan como la única esperanza de un grupo de mujeres víctimas del violador desconocido, y a las que nadie les da crédito.
Continuamos con El poder, basada en la novela homónima de Naomi Alderman, que plantea una premisa de lo más interesante. La serie nos presenta un mundo paralelo en el que, de la nada, las adolescentes de todo el mundo empiezan a desarrollar la capacidad de electrocutar a quien quieran, a voluntad. Poco a poco, este poder trastorna el equilibrio del mundo, poniendo a las mujeres en la posición de poder que solía pertenecer a los hombres, y viceversa. Con esto, la escritora británica nos anima a reflexionar sobre la “chispa” del poder femenino: ¿Cómo usarán las mujeres este nuevo poder?, ¿Serán conscientes y consecuentes con su nueva posición o reproducirán las actitudes que los hombres tenían hacia ellas?
La potencia visual de la serie se intuye desde las primeras secuencias, un rápido collage que reúne a los distintos protagonistas de la historia dispersos por los cuatro rincones del mundo. Salta de Seattle a Nigeria, de Londres a Europa del Este, intentando calibrar las distintas historias y dando espacio a distintos personajes. Una propuesta intensa y súper interesante si te apetece descubrir un mundo distópico en el que diferentes mujeres a lo largo y ancho del mundo aprenden a manejar su recién adquirida divinidad.
Y terminamos con Las buenas madres, una serie de lo más intrigante que, desde el minuto uno, adopta una postura clara y precisa. Existe el riesgo de situarla, inevitablemente, en el contexto de los productos posteriores al #MeToo, que abordan cuestiones morales, políticas y sociales relacionadas con la masculinidad convencional, las dinámicas de acción, la masculinidad, la educación a la violencia y el patriarcado. Sin embargo, la serie destaca por haber abandonado por completo estos elementos, poniendo en primer plano una mirada femenina que hasta ahora había sido marginal o había estado completamente ausente.
Partiendo de esta reflexión y tomando como referencia la excelente novela de investigación de Alex Perry, el guionista británico Stephen Butchard, junto a Elisa Amoruso y Julian Jarrold, desarrolla un guion centrado en la figura femenina en el contexto de la mafia, en este caso la ‘ndrangheta calabresa. Una figura que se convierte en la protagonista absoluta, hasta el punto de eclipsar a la masculina, aunque esta última sigue siendo un elemento caracterizador e importante en la narración, a pesar de estar en segundo plano.