A nosotros, el invierno siempre nos pone un poco nostálgicos: nostálgicos por el calor y la luz del verano, nostálgicos por el año que está a punto de acabar… Por eso, esta semana queremos echar la vista atrás y recomendaros una serie que, aunque no es un estreno, nos viene como anillo al dedo.
1992, tres chicas de 15 años desaparecen en una discoteca llamada Paraíso en Almassora, un pueblo del Levante. ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido? Esto es lo que intentan averiguar Javi, el hermano de una de las desaparecidas, y su grupo de amigos. Sin poder confiar en la policía, investigarán por su cuenta y comprenderán que se enfrentan a algo que no es de este mundo…
Esta es la premisa de Paraíso, una producción de Movistar+ de siete capítulos creada por Fernando González Molina (El legado en los huesos), Ruth García Ruth (Perdida) y David Oliva, que se estrenó en la plataforma el junio pasado.
Sin duda, uno de los aspectos más atractivos de la serie de Fernando González Molina es que permite disfrutar del placer culpable que es la nostalgia noventera (y que a muchos nos encanta). La ropa colorida, las referencias musicales (con varios guiños a Mecano, máximo exponente de los noventa), los largos veranos en el pueblo, los inacabables paseos de bicicleta con el mar de fondo, los colores de la puesta de sol… sensaciones que el creador de la serie capta para crear la atmósfera perfecta con una buena fotografía, aunque a veces algunos planos recuerden a cierta producción estadounidense de fantasía.
Es difícil no acordarse de Stranger Things al ver el tráiler, tanto por los tintes fantásticos como los nostálgicos de la serie. Pero no lo criticamos: Netflix no tiene (ni debería tener) el monopolio del género y es un gusto ver series españolas fantásticas, escasas en comparación con otros géneros. El reparto, cuya buena dinámica es evidente, combina a actores noveles, los más jóvenes, a veteranos como Macarena García (El ministerio del tiempo) e Iñaki Ardanaz (Víctima nº 8).
La serie, a pesar de la sensación de déjà vu, no deja de ser entretenida. Aparte de la trama de misterio, y la belleza nostálgica de los planos, la serie también aborda temas como la amistad o la adolescencia, lo que le da un puntito coming-of-age (otro favorito de los nostálgicos) extra nada desagradable.
Una buena opción para aquellos que piensan que la vida era mejor antes de tener Whatstapp.